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María Jesús Sánchez | Morenas de pelo rizado

Ya no existe la morena de la copla, la reina de las mujeres. Cada vez que voy a la peluquería, la veo repleta de adolescentes y jovencitas que quieren ser rubias o castañas con mechas rubias. Es raro ver a alguna con su pelo largo oscuro, lleno de rizos.


¿Ya no nos gusta quienes somos? Queremos ser nórdicas y utilizar frases en inglés y tampoco nos gustan los genes que nos han dejado nuestros padres. No me gustan mi mandíbula, mis ojos, mis pómulos, mis labios y he decidido ser una más y convertirme en una muñeca repollo. Eso es lo que puebla sus pequeños cerebros. Todas iguales: venga a mirarse en el espejo y hacer fotos para el Instagram. Si cierra esta red, ¿habrá suicidios? Algunas vidas perderán su sentido, si es que lo tuvieron...

Lo importante es el escaparate: lo demás, no importa. Nos hemos convertido todos en objetos, deseables o indeseables. Me gusta Julio Romero, me gusta el pelo negro azabache, me gustan los labios naturales, grandes o pequeños. Me gustan las narices imperfectas que se alejan del ideal griego, los dientes originales y no todos iguales... Me gusta la gente natural.

Es que soy de otra época, de los ochenta, con esas películas llenas de actores naturales. Nicolas Cage con su desigual dentadura en Hechizo de luna, que cautiva a Cher por su fuerza y pasión. Es verdad que las mujeres salían maquilladas recién levantadas, pero cada uno tenía una forma de cara distinta, unos pómulos diferentes, una boca original. Vamos, que cada uno era de su padre y de su madre. Pero ahora todos son hijos del bisturí...

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ
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