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María Jesús Sánchez | Ilusión infantil

Hay que relacionarse más con los niños para ver de dónde venimos. Hablamos de "niños" como si fueran algo ajeno a nosotros, como si nunca hubiéramos sido unos pequeños saltarines llenos de fuerza e ilusiones, con unos ojos que se agrandan con cada cosa nueva que descubren del mundo.


Yo tengo la suerte de tener a Alma: "Mira, tita: mira, tita...". Así se pasa el día. Pueden ser unos patitos en el agua, o un árbol de Navidad gigante repleto de luces. Ya mantenernos conversaciones y, como cualquier familiar de un peque, alucino con sus frases largas y con sus preguntas.

Me gusta enseñarle cosas, potenciar su imaginación con juegos y también mostrarle las bondades del orden. Es divertido cantar mil veces en el coche Era Rodolfo un reno. Me enamora su cara de sorpresa y de alegría cuando vamos en autobús, como si de una alfombra mágica se tratase.

La colmo de besos y de abrazos pero no la sobreprotejo: quiero que tenga seguridad en sí misma y aprenda que ella tiene recursos suficientes, que no es necesario llorar todo el tiempo. Si me pongo triste, la miro y pienso que yo también fui así, que era traviesa y con muchas ganas de vivir. Y conecto con la niña que vive dentro de mí.

¡Qué maravilla ver a través de sus ojos! Nada es aburrido o rutinario. Coger hojas secas en el parque; esconderse detrás de un seto mientras uno cuenta hasta tres; mirar los coches y descubrir que hay pocos de colores fuertes... Esperar hasta que el semáforo se ponga en verde Betis para poder cruzar; saludar a los amigos que ves todos los días y comer pequeños arbolitos que se llaman brócoli.

El joyero de la abuela es un cofre del tesoro aunque las pulseras sean de madera. También me ayuda a entender esos momentos en los que no me aguanto ni yo, porque a ella también le pasa cuando está cansada o tiene sueño. Qué importante es reconocer nuestras emociones, aceptarlas y quererlas. Esa es la asignatura pendiente de los humanos.

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR