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Rafael Soto | Hay algo que hierve

La Historia de la Comunicación no solo consiste en los productos comunicativos y en sus contenidos. Conocer las condiciones de producción nos permite comprender mejor esos productos y profundizar en cómo los procesos comunicativos contribuyen a (re)configurar las sociedades.


Por eso, en el contexto del ascenso de los talibanes en Afganistán, admito que he disfrutado de la visualización de Mujeres árabes lápiz en mano (Lizzie Treu y Eloïse Fagard, 2021), un documental con historias de vida de varias dibujantes de cómic en el mundo árabe. El documental puede visualizarse con subtítulos en abierto y en castellano en este enlace.

Es probable que las realizadoras del documental no fueran conscientes de su valor para la Historia de la Comunicación, puesto que es evidente que utilizan el prisma del arte para tratar cuestiones político-sociales: el cambio del rol de la mujer, sus dificultades y los retos del feminismo en el mundo árabe.

A lo largo del documental, queda patente el buen número de complicaciones a las que se enfrentan tanto para vivir con cierta libertad como para poder producir. Las novelas gráficas y demás productos en 2D nos ofrecen superheroínas que promueven cambios sociales, autoproyecciones de su creadora en una mujer desnuda, gigante y vigilante entre los rascacielos, tiras satíricas o relatos más o menos fantasiosos que tienen una inspiración y un efecto directos en la realidad.

En especial, admito que me he sentido atraído por el trabajo de la joven Deena Mohamed. Una muestra interesante de su obra es Qahera, una superheroína que lucha por los derechos de la mujer pero que, a la vez, tiene que aprender a no sobrepasarse. La violencia no es la solución. Para goce del lector, le indico que la obra también está en abierto y en lengua inglesa en este enlace.

Llama la atención el segundo número, dedicado a las feministas radicales de Femen. Qahera castiga a un grupo de activistas de Femen por su radicalismo, su islamofobia –aunque, quizá, sería más exacto hablar de una visión demasiado occidental y moralista del feminismo–, y su visión del hiyab como imposición.

“Así que sentíos libres de rescatarme en cualquier momento... La cuestión es, ¿quién os va a rescatar a vosotras?”
(Traducción libre del autor). Fuente: Qahera

Con respecto al perfil de las dibujantes, llama la atención el hecho de que casi todas manejan, al menos, un idioma extranjero. Sus orígenes sociales se encuentran en la clase media-alta de la sociedad y hacen uso de las nuevas tecnologías para crear y difundir sus obras.

Las influencias extranjeras están muy presentes en sus obras y, en especial, en la ya citada Deena Mohamed, que no duda en mostrar su gusto por el manga y el anime. Sin embargo, son muy conscientes de sus localismos y mantienen interrelaciones con otros artistas del mundo árabe.

Todas viven sus vidas con miedo a que, algún día, la represión se cebe con ellas de un modo u otro. También al machismo estructural de la sociedad en la que se integran: “En realidad, no me siento ni libre ni tampoco segura”, confiesa la marroquí Zainab Fasiki.

La creadora del controvertido proyecto Hshouma ha denunciado a lo largo de su carrera la confusión entre delito y pecado, así como esa violencia que no está a la vista. La violación de una chica con discapacidad en un autobús de Casablanca en 2017 dio lugar a una impactante ilustración –en su contexto social– en el que se ve una mujer violada.

“Los autobuses están hechos para transportar a la gente no para violar a las chicas”
(Traducción libre del autor) Fuente: Instagram [@zainab_fasiki]

La tunecina Nadia Khiari no muestra un menor compromiso político con su obra satírica Willis de Túnez, que recopiló en ¡10 años y todavía vivo! Esta obra hace referencia a los diez años que habían pasado desde uno de los últimos discursos del dictador Ben Ali en 2011 y recupera todas las caricaturas de Willis que había difundido desde entonces.

“¿Por qué el diálogo nacional es imposible? Difícil de dialogar. La boca llena”
(Traducción libre del autor). Caricatura de Willis from Tunis de Nadia Khiari. Fuente: Instagram [@willisfromtunis]

Son relatos feministas sin estridencias, sin dobles raseros, honestos y valiosos para comprender el rol social del cómic en la sociedad árabe como forma de manifestación de la disidencia.

“Hay algo que hierve”, dice una de las dibujantes en referencia a un espíritu progresista y reivindicativo que sobrevuela el mundo árabe. Es triste. En España, podríamos decir que hay algo que se pudre. Pero eso ya lo dejamos para otro día. Mientras, vale la pena disfrutar de este documental y del mundo que nos abre.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO
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