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Aureliano Sáinz | Los adolescentes y el covid-19

En un artículo anterior, Los niños y el covid-19, abordaba los inicios de una investigación amplia que tendrá como objetivo conocer qué saben y cómo se sienten los niños y los adolescentes ante la pandemia que sufrimos y que se originó a partir de un coronavirus que ahora llamamos covid-19.


Antes de avanzar, quisiera decir que, tras la difusión del término coronavirus, al que todos nos acostumbramos, empezó la denominación de Covid-19, que es el acrónimo de la expresión inglesa Corona Virus Desease y las dos últimas cifras de 2019 (COVID-19), y que se puede, según la acepción de la RAE, expresarlo en masculino (el covid-19) o femenino (la covid-19), según se haga referencia al virus o a la enfermedad. En mi caso, prefiero hacerlo en masculino por la conexión fonética que tiene con el coronavirus.

En el trabajo precedente, comprobamos por medio de los dibujos que los alumnos de segundo curso de Primaria, es decir, niños y niñas de 7 y 8 años, manifestaban inseguridad, miedo y tristeza, razón por la cual en algunas escenas aparecían llorando o decían que tenían ganas de llorar. Además, escribían que el virus era un bicho muy malo que les impedía poder jugar y abrazar a sus amigos o a sus amigas.

Esto da a entender que, en las edades más tempranas, los escolares, a la hora de describir cómo entienden la realidad en la que ahora nos encontramos, no pueden desligarse de un fuerte componente de subjetividad, por lo que, mayoritariamente, se representaban a sí mismos en las escenas que habían dibujado. Esto es lógico, si entendemos que los desarrollos cognitivo y emocional de todos los seres humanos están fuertemente unidos en esas etapas iniciales del desarrollo.

En este segundo artículo damos un importante salto y nos trasladamos al mundo de los preadolescentes, dado que expondré cómo interpretan la pandemia o el mundo que ahora vivimos con el covid-19 a partir de los dibujos de los estudiantes de primer curso de Secundaria.

La experiencia fue llevada en dos aulas diferentes y en ellas se les pedía que dibujaran cómo entendían la vida con el coronavirus, al tiempo que se les sugería que, una vez acabado el dibujo, escribieran brevemente lo que habían representado gráficamente. Lógicamente, las diferencias eran significativas con los escolares de segundo curso de Primaria, puesto que los preadolescentes no se centraban en la expresión de sus propias emociones, ya que tienden a reservarlas, por lo que se inclinaban hacia una descripción más neutra y un tanto alejada de la manifestación de los sentimientos personales.

Así pues, en sus escenas prevalecen la descripción visual de los virus (mayoritariamente con formas animistas), de los modos y los medios que debemos utilizar para controlarlos, de las consecuencias fatales de los contagios, de los hogares en los que nos podemos resguardar, de los hospitales en los que atienden a los contagiados, etc. Aunque, aparecen dibujos, como el de la portada, de corte simbólico, y otros en los que el mundo de la fantasía y la ficción todavía está presente en algunos de ellos.

Como inicio de los comentarios, deseo referirme al que ilustra el artículo, cuya autora, con ese dibujo tan contundente, escribía por detrás de la lámina: “La Tierra está contaminada y, a la vez, con covid-19. Con esto quiero decir que hay que salvar al planeta”. Y ahora, pasamos a los otros seis dibujos que he seleccionado y deseo a comentar.


La escena que vemos sobre estas líneas pertenece a un estudiante de 13 años. En ella ha representado a una chica que se encuentra próxima al virtual espectador, sin mascarilla, de la que van saliendo unos pequeños coronavirus, con rostros animistas, hacia un chico que sí la porta y con la que se protege. Como aclaración, el autor ha trazado un globo de cómic como si fuera una frase que pronuncia el personaje masculino y en la que dice lo siguiente: “¡Tengo un escudo de protección!”. Por detrás de la lámina ha escrito: “Dibujo a una mujer que tiene el COVID-19 y está sin mascarilla y lo suelta por todo el aire. Y un hombre que lleva la mascarilla dice que es inmune porque está protegido”.


El dibujo que acabamos de ver pertenece a una alumna de 12 años. Comprobamos que en el centro de la lámina ha trazado una figura femenina, con la mascarilla puesta, al tiempo que se encuentra rodeada de cuatro nubes. En una de ellas muestra dos figuras de coronavirus y, en las otras, los tres comportamientos básicos para la protección: la casa, como lugar en el que nos encontramos resguardados de los contagios; una botella de gel hidroalcohólico, que debemos utilizar; y la distancia mínima de 1,5 metros. La frase que la autora escribe por detrás de la lámina es muy escueta: “He dibujado muchas cosas que me recuerdan al covid-19”.


El tercer trabajo, de un chico de 1º de ESO, se intenta representar visual y simbólicamente la lucha que se establece entre el bien (la mascarilla) contra el mal (el coronavirus). Esto también lo expresa en su breve comentario cuando nos dice “He dibujado la gran batalla de Covid-19 vs. Mascarilla, que es la verdad. Son como los protagonistas de una película”. En este caso, al igual que en otros de los dibujos recogidos, los autores acuden al mundo de la ficción como manifestación del arquetipo de la confrontación del Bien contra el Mal, tal habitual en gran parte de las narraciones cinematográficas.


Un aspecto que se debe tener en cuenta en los dibujos de los chicos y chicas adolescentes cuando representan a un único personaje dentro de la escena que han creado es que lo hacen de sus propios géneros. Es lo que sucede con el de esta chica en la que aparece un rostro femenino, con la mascarilla puesta y llorando, junto a un coronavirus de gran tamaño, con rostro animista y sonriente malicia, como si disfrutara del dolor y los daños que está causando a la población. Por otro lado, acude al dibujo de una cruz roja para hacer referencia al hospital como centro sanitario que media entre ambos personajes.


Un hecho que especialmente ha quedado en la memoria de niños y adolescentes fue el confinamiento de la población que trajo la aprobación del estado de alarma por parte del Gobierno de la nación. Comenzó el domingo, 15 de marzo, prolongándose hasta el 21 de junio, aunque previamente hubo procesos, denominados “desescaladas, en los que paulatinamente se iban aprobando aperturas parciales, con posibilidades de salir a la calle. Pues bien, ese tiempo de encierro lo manifiesta la alumna autora del anterior dibujo, como expresión del alivio que suponía pisar la calle y que lo manifiesta escribiendo: “Cuando estábamos en cuarentena (sic) y por fin nos dijeron que podríamos salir de casa”.


Cierro esta breve selección con el dibujo de un alumno de 12 años que me parece sorprendente, aunque tengo que apuntar que no es el único que acude al mundo de la ficción para representar algo tan intenso, dramático y real como es la vivencia de la pandemia del covid-19. En la lámina, como se puede apreciar, sobre una línea de base, que representa la tierra, aparecen distintas escenas de personajes, acompañados de un gran coronavirus al que se quiere eliminar desde un helicóptero con un pulverizador. Pero lo más llamativo de todo es que sobre ellos vuela un enorme dragón de cuya boca sale una gran llamarada. Es como si la amenaza proviniera de una gran fuerza maligna.

Sorprende que el mundo de un chico que entra en la adolescencia esté cargado de imágenes provenientes de películas o videojuegos, sin saber diferenciar la realidad del mundo de la ficción. Eso nos lleva a pensar en la importancia que tienen ciertos medios audiovisuales en la conformación de un pensamiento que los acaba alejando de la realidad.

AURELIANO SÁINZ
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