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Juan Eladio Palmis | Contra la esclavitud

Hubo un tiempo en el que a todos los pastores de prácticamente todos los pueblos, se les aparecía una virgen y, con motivo de tal acontecimiento, se erigía en el lugar de la aparición, por lo general un lugar alto, ventilado y soleado, una ermita o una iglesia de las dimensiones que, por normalmente siempre ha sobrepasado la casa del cacique del pueblo, eso sí, a costa de los pecheros, piedra y sudor y poco pienso para los borricos.



Aquel tiempo fue posterior inmediato a que el cristianismo trinitario vaticano tomara fuerza y fuelle en la Ibérica, y no quisiera oír ni palabras que empezaran por el prefijo "al-", porque les recordaba a su peor enemigo, el islam que, según, después de setecientos años de cruenta lucha, consiguieron echarlo del suelo Ibérico, menos de Gibraltar, que no interesaba a nadie.

Hubo un tiempo que, a nivel de papeles, allá por la centena del siglo XVIII, algunos países, que sintieron lo abyecto, lo demencialmente brutal e inhumano de la esclavitud, comenzaron a legislar para detener el tráfico y el comercio y, posteriormente la esclavitud en sí y que todos los esclavos quedaran en libertad.

Existe en la crónica una pugna de moralina en la que siempre, como suele acontecer, ganan los poderosos, los que tienen más poder de difusión de la información, y se quieren llevar el gato al agua de que ellos fueron los primeros en abolir tan aberrante legislación basada en conservadurismo que suelen proclamar y defender todas las religiones generalmente, porque todas son conservadoras, pero ninguna tiene a sus miembros de carnet y sueldo metidos en las galerías de las minas o agachados bajo un sol infernal segando bancales de cereales por la comida prácticamente; o subidos a los andamios, o haciendo las mil faenas del campo, que suelen tener como premio que, cuando más tranquilo estás en tu trabajo, te envían a una guerra de la que no tenías ni idea.

México, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, España... son repúblicas y reinos que recogen con verdadero orgullo las páginas de la Historia y te dicen que Morelos, que la Revolución, que el Rey, que los confederados, que las Cortes de Cádiz, que, que, que…

Pero, en la más triste realidad, todo lo que legislaron lo hicieron sobre papel mojado, lo que no dejó de ser un paso positivo, especialmente el prohibir el tráfico comercial de esclavos, para fastidiar a las naves esclavistas portuguesas y dejarlas en el paro porque estaban cogiendo mucho copete monopolista comercial; pero muy poco o casi nada, en lo efectivo de hacer a los esclavos completamente seres, personas, libres.

Cualquiera de las repúblicas y reinos a los que hemos hecho referencia, analizados en su actualidad más reciente, en su día a día actual, ni han abolido la esclavitud en la realidad de sus sociedades, ni tampoco lo han hecho en los territorios que ejercen todavía el control. Y todo sigue prácticamente igual: llenos de esclavos sin necesidad de gastarse un centavo en grilletes y cadenas, pero no por eso gozan de libertad cuando son requeridos por sus amos para cualquier tipo de faenas.

Con mucha menos parafernalia, con menos difusión, la actividad que tuvo en lo referente a acabar de golpe con la esclavitud, solo históricamente se puede ver a nivel de realidad y de papeles, porque conllevó junto a lucha mejor luchada contra la esclavitud, y la más vencedora contra el racismo, en el grito de Yara, en el Bayamo, en la zona oriental del territorio cubano, donde un grupo de gente, capitaneados en aquel inicio por descendientes de andaluces principalmente, establecieron el final y la libertar de los esclavos, al tiempo que una vez libres hicieron papeles de consideración social para que mediante la igualdad en las faenas, el racismo comenzara con energía a abolirse.

Cuando uno araña en las raíces, en los orígenes de aquellos revolucionarios cubanos que fueron los primeros con efectividad de abolir la esclavitud en Cuba, república donde actualmente no existe la esclavitud, se encuentra con la grata sorpresa de que las gentes, los intervinientes en tan emotivos y decisivos actos, eran gentes cuyos padres y abuelos, muchos de ellos vivos y conservando su acento andaluz todavía, con apellidos como Luque, Céspedes o Aguilar, se siente admiración hacia aquella gente que siendo dueños en su mayoría de haciendas con esclavos, no dudaron en ponerlos en libertad sin recibir orden celestial al respecto.

Y escribimos lo de "orden celestial" porque no deja de tener su miga y su curiosidad que así como en las distintas apariciones de vírgenes a los pastores siempre los han amonestado con la abundancia de pecados, aunque no soy experto en el tema, no tengo conocimiento de que ninguna aparición celeste hiciera especial hincapié en que uno de los grandes horrores de la sociedad como era y es la esclavitud, se aboliera de un modo efectivo a como lo hicieron gente andaluza de la Campiña cordobesa y sevillana de Osuna. Y otros lugares insulares, como Canarias. Salud y Felicidad.

JUAN ELADIO PALMIS