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Juan Eladio Palmis | La esclavitud de hoy

No existe ninguna diferencia con la que todos tenemos dibujada en la mente de tiempos que muchos creen que están totalmente pasados, y que ya se encargaron los medios de comunicación y de expresión de dulcificar con Espartacos y demás triunfadores, como si la esclavitud fuera un bien para el esclavo y, más que una lacra, un mal social contra el que no se puede luchar.



Recientemente, unos reporteros franceses (de Francia suele manar la búsqueda de la verdad de casi todo; de España, la arraigada devoción por las tradiciones) han puesto sobre imágenes algo humillante, mucho peor y más indecente y vejatorio para el género humano que aquellos mercadillos de esclavos que eran el motor económico de poblaciones y estamentos enteros, al tiempo que válvula de escape para gente depravada, como sigue aconteciendo en nuestra actualidad, cubrieran sus vicios dentro de una legalidad basura vigente.

La gente depravada que en el citado reportaje sale muy por encima, breve, abarloándose inmediatamente por la vía caudalosa de una moralina brutal y estúpida, en el fondo de todo, solo trataban de dar una idea social para que los países incondicionales de los USA, España, por ejemplo, que día y noche los medios de comunicación nos ponen a aquel país como referente a imitar en todo, pronto, del mismo modo que los gordos hamburguesas patatas fritas son una realidad entre nuestra juventud, cualquier depravado español por una cantidad de dinero pueda comprar un esclavo del sexo que le venga bien y en gana.

La moda, con dinero de por medio, pronto la tendremos en España (si no la tenemos ya), entre el aplauso social, y claro, siempre, como hacen los Usa, bajo la sombra de alguna santa secta religiosa que las hay y muchas por allí, cada una con su dios verdadero, y los dioses de las demás, imitaciones que fabrican en China; pero allí con la ventaja de que cada secta se tiene que buscarse el sustento y no vivir del Estado como la poderosa de aquí.

Las descargas de moralina de ciertas partes, definidas y concretas de la sociedad española, que una vez tras otra, con cazurrismo de escaparate, hasta el día de hoy, hasta este minuto, seguimos de lleno sumergidos en su aparentar, no tiene nada de liberal, menos de progresista, nada de demócrata, aunque mucho más que EE.UU. a pesar de lo mucho que acarrea de pandereta y sacristía, en un mundo que necesita ya con urgencia ponerlo boca abajo y que se le caigan de una vez los putos dineros de los bolsillos.

Pero antes de que llegue algo tan sencillo y singular, que será cuando el pueblo caiga en su cuenta, la única justa y cabal para gobernar el planeta, nos estarán bombardeando con distracciones que no van al meollo de una cuestión de esclavitud vergonzosa, porque no le interesa al sistema. Y pasan los años y, como siempre, lo van pagando los más débiles, nuestra gente joven, que, por otro lado, son los que le interesan a todos esos depravados que los vemos salir en la tele dándonos píos consejos.

El mercado de niños adoptados, es una dramática realidad, crueldad y abuso de los Usa que como siempre llevan la pistola en la funda dispuesta a sacarla, es un tema, uno más, de los que solo se atreve a poner en palestra denunciándolo los reporteros de Francia, porque en España todos sabemos lo que da de sí las denuncias de los nuestros, Y cuando sale algo como aquello breve que asomó del comercio de las adopciones, como estaba el intocable clero por el medio, todo se tapó sin aclarar el cotarro.

Los jornales de miseria, las condiciones de vida de pobreza provocada. La desfachatez que los medios de comunicación acepten anuncios de empresas eléctricas asesinas alabando sus virtudes, en nada favorecen ni son basamentos para que nos encaremos en un futuro de esperanza ni en la realidad de un presente donde la esclavitud de los más débiles está en marcha funcionando a pleno gas, y nadie pone remedio alguno por fuera de alguna pincelada que deje algo de rentabilidad económica o social.

España no es pionera de nada; pero lo que sí está más claro que el agua es que, a pesar de los pesares, es mucho más demócrata que Usa, tiene una moralidad social muy superior, y aunque para bien, tengamos menos pistolas que ellos, nuestra dignidad como país no puede en modo alguno a ser orientado a que imite a uno de los pueblos más salvajes y crueles del planeta, cuya única virtud es que sabe gastarse el dinero en propaganda que digan lo contrario de su cruel realidad. Y como hay dinero de por medio, los medios de comunicación españoles, se matan por ser pioneros en exponer las mentiras suministradas a cambio de plata.

Pero, afortunadamente y a pesar, lo que corre en tiempos modernos, es quitar todo signo de secta religiosa alguna en los centros de acogida para menores o mayores necesitados, y que los gobiernos más próximos a los administrados, vigilen con exquisito celo que nadie se aproveche de aquellos jóvenes que por adversidades de la vida se vean en el tremendo desarraigo que representa el tener que recurrir a un centro de acogida, que si es laico, le dará un mayor componente de humanidad, que bajo ñoñerías eclesiales, o bajo la brutalidad gringa.

Salud y Felicidad.

JUAN ELADIO PALMIS
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