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Ángela Quintas: “Hay que saber leer bien las etiquetas”

Ángela Quintas es licenciada en Ciencias Químicas y máster en Dietética y Nutrición Humana. Desde hace más de quince años trabaja y dirige su propia consulta de nutrición. También es asesora nutricional en películas de gran éxito de directores como Daniel Sánchez Arévalo, Pedro Almodóvar o Alberto rodríguez. Su primer libro, Adelgaza para siempre, se convirtió en un éxito editorial. Ahora repite con Las recetas de ‘Adelgaza para siempre’.



—Cada día tomamos alimentos 'light', refrescos 'light'. ¿Pero estos productos adelgazan o sencillamente tienen peor sabor?

—Los productos light son a veces un poco un engaño. Que un alimento sea light no quiere decir que puedas comer todo lo que quieras de él. Puede ser light, por ejemplo, por que no tenga azúcares, pero puede tener grasas. Lo que no podemos hacer, y hay veces además que la gente, por el hecho de ser light, come dos o tres. Total, como esto es light, que no me va a engordar. Pues cuidado con los productos light. Hay que saber leer bien las etiquetas.

—Tu libro habla sobre cómo cocinar sin morirnos de aburrimiento. ¿Por qué casi todas las comidas que adelgazan tienen una apariencia tan triste?

—En el libro, no. En el libro las fotos son muy bonitas.

—No hablo de tu libro. En general.

(Ríe). La idea es que se pueda cocinar lo mismo para toda la familia. Porque si tú estás a dieta, y tienes que comer solo en la cocina, eso es horrible. Entonces, preparas un plato que sirva para toda la familia.

—No debemos dejar pasar más de una hora desde que nos levantamos hasta que ingerimos alimentos. ¿Por qué?

—Porque corres el riesgo de utilizar tu masa muscular como combustible. Ahí tendríamos que no debería de pasar más de una hora sin consumir un desayuno que sea saludable. Porque muchas veces asociamos desayuno con bollería industrial.

—El estrés engorda. ¿Lo mejor sería retirarnos a relajarnos en una isla paradisíaca?

—¡Oh! Eso sería genial para el que lo pudiera hacer. Sí, sí, claro. Sería fantástico. Y vivir de la caza y de lo que sembráramos en la isla (ríe).

—A veces, nos sentimos cansados, incluso tristes, sin haber realizado un sobresfuerzo laboral. ¿La mala alimentación influye en esto?

—Influye mucho. Si tú haces muchos picos de insulina a lo largo del día, llegarás agotado. Es lo típico de una paella y una copa de vino, sopor, después te cuesta mucho trabajo volver a trabajar. Sin embargo, si tú equilibras, ingieres hidratos y proteínas, podrás ponerte las pilas para poder trabajar.

—En España amamos los sabores dulces. El azúcar es nocivo para la salud. Ahora la sustituimos por edulcorantes. ¿Salimos ganando con este cambio?

—No. Yo creo que no. Lo que tenemos es que no excedernos y tener cuidado con los azúcares ocultos. Te pongo un ejemplo. Mis padres son mayores y de repente mi madre leyó que el azúcar es malo. Y dijo: “Ya no se pone azúcar en el café”. Y le digo: “Vamos a ver. Si vosotros coméis supersano, elaboras tú todas las comidas. ¿Qué azúcar está tomando el pobre hombre en el café? No se lo quites”. Y, mucho menos, sustituirlo por un edulcorante.

—Un vaso de vino al día es sano. Un capricho de vez en cuando no nos viene mal. Pero todos sabemos que excusas tenemos sobradas para celebrar esos caprichos. Y los celebramos.

—Yo siempre digo: “La bebida de referencia tiene que ser el agua”. Y el vino, bueno, en ocasiones muy, muy especiales.

—Has sido asesora nutricional en películas de directores como Pedro Almodóvar o Alberto Rodríguez. ¿Lo actores se cuidan tanto como dicen ellos o aquí también nos cuentan otra película?

—Yo creo que se cuidan. Piensa que su físico forma parte de su trabajo en muchas ocasiones. Y sí que se cuidan. Sí que se preocupan por su físico.

—No existen dietas milagrosas, pero nos gusta pensar que existen. ¿Querer adelgazar para siempre no es, en el fondo, un acto de fe?

—Yo pienso que, si lo haces, que sea para siempre. Lo que no tiene sentido es estar arriba y abajo todo el rato. Entonces, algo tienes que cambiar en tu vida, tienes que cambiar los hábitos para poder mantenerlos en el tiempo. Si no, esto no sirve para nada.

—La dieta se tiene que adaptar a ti y tú tienes que adaptarte a la dieta. ¿Se trata de hacer un máster o solo es un juego de palabras?

(Ríe). Solo es un juego de palabras. Yo podría decirte que te llevaras el tupper todos los días a la oficina. Pero tú me podrías decir: “Ya. Pero yo viajo. Dónde voy con el tupper”. Bueno, pues tendrás que aprender a comer en esas comidas o en esos viajes. Eso quiere decir.

—Las recetas de tu libro son las que haces en casa y, para verificar sus beneficios saludables, has utilizado como conejillos de indias a tu marido y a tus hijos. Dime que hasta ahora no te ha pedido el divorcio.

(Ríe). No. Pero ha habido recetas que han dicho: “Esto no es”. Y no las hemos metido en el libro. O sea, que ellos han sido ahí buenos jueces.

— Aconséjame una receta mágica que no venga en el libro.

—A mí me encanta, y lo hago mucho, chipirones a la plancha sobre una camita de arroz blanco. Me encanta. Y un chorrito de aceite de oliva.

ANTONIO LÓPEZ HIDALGO