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El Consejo Regulador alerta de la aparición de nidos de oruga peluda en viñedos de la zona Montilla-Moriles

El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles ha alertado de la aparición de los primeros nidos de oruga peluda, un lepidóptero que ataca a cultivos como las habas o la vid y que, de no atajarse a tiempo, es capaz de causar “auténticos estragos” en las plantaciones.



La voz de alarma la daba el Aula de Viticultura del máximo órgano de control de los vinos cordobeses a través del boletín que emite semanalmente la Agrupación para el Tratamiento Integrado en Agricultura (Atria), donde se confirma la aparición en varios viñedos del marco vitivinícola cordobés de los primeros nidos de oruga peluda protegidos por telarañas .

“Las orugas errantes se alimentan de las yemas principales, lo que obliga a la planta a brotar una yema secundaria que ya no presenta racimos, por lo que la pérdida de cosecha está garantizada”, explicó el técnico agrícola Juan Portero, responsable del Aula de Viticultura del Consejo Regulador, que el pasado año editó un boletín informativo monográfico en el que se detallaban las fases del ciclo habitual de esta plaga que, el pasado año, apareció antes de lo habitual.

Por este motivo, el Consejo Regulador anima a los viticultores que detecten en sus viñedos las características telarañas que teje este lepidóptero, a tomar cartas en el asunto, dado que es en marzo cuando alcanzan el tamaño suficiente para dispersarse por la viña, atacando las yemas recién brotadas.

“La presencia de telarañas en terrenos que no se labran es importante y las consecuencias para el viñedo pueden ser serias en el caso de que la brotación de las cepas se adelante y coincida con la diseminación de las orugas”, recalcó Juan Portero, quien recomendó controlar las colonias de forma localizada.

“Sólo será necesario tratar todo el viñedo cuando las orugas estén ya repartidas por todo el cultivo”, añadió el responsable del Aula de Viticultura, que hizo hincapié en que las colonias son capaces de recorrer hasta 300 metros de distancia, permitiendo que, al año siguiente, “estén separadas y no compitan por el alimento”.

“En los últimos estadios del desarrollo, las orugas errantes se alimentan vorazmente y son las que dañan el viñedo”, detalló el técnico del Consejo Regulador, quien recomendó acometer la destrucción de las colonias cuando están agrupadas. “En este momento, el control es más económico y tiene un menor impacto ambiental”, añadió.

No en vano, los expertos recomiendan recorrer las lindes de las viñas y terrenos aledaños “en las mañanas con rocío”, dado que las telarañas adquieren un característico color blanquecino y brillante que facilita su localización.”Las colonias pueden destruirse con lamparillas o pisándolas, cuando aún son pequeñas, especialmente en viñedos ecológicos o en parcelas que tengan limitado el uso de productos químicos”, recalcó Juan Portero, quien no obstante recomendó el control con insecticidas autorizados en terrenos sin labrar, lindazos, bardales u olivares con cubierta vegetal.

Con todo, el responsable del Aula de Viticultura del Consejo Regulador advirtió que “los tratamientos generalizados en el viñedo pueden eliminar también a los insectos auxiliares que controlan los focos de araña”, de ahí que se suelan recomendar acciones “más selectivas” y “focalizadas”, centradas exclusivamente en la erradicación de la oruga peluda.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR (ARCHIVO)